LA PERRERA

El comienzo de La perrera es el cliché cursi y repetido desde que la humanidad empezó a crear bandas de rock. Dos tipos, uno que cree saber tocar batería y otro que cree saber tocar la guitarra. Bien, hasta ahora a esa historia le falta algo escencial que para términos prácticos lo llamaremos bajista; pero esa parte de la historia vendrá a ser contada más adelante.
Colegio, pasaba el año 1997, la idea y necesidad de hacer algo con la imaginación y plasmarla en instrumentos musicales era una necesidad biológica de estos dos personajes, y fue el escenario del colegio en la ciudad de Pereira donde las cosas se empezaron a dar. El rock y la irreverencia necesitaban brotar y fue allí, en ese colegio católico de padres y sotanas amañadas fue donde se les dio la oportunidad de subir al escenario y hacer lo que sabían hacer. Y así fue el fin del comienzo cuando con la primera canción que tocaron y sin poder llegar ni a la segunda estrofa, los maestros, rector y sotaneros de turno, les bajaron del escenario y quedaron vetados.

En esa romántica década donde no existía todo lo que existe hoy por hoy, tuvieron que encontrar al bajista así como se encuentran los niños y perros extraviados en los pueblos y ciudades. “SE BUSCA BAJISTA PARA BANDA DE PUNK” así decía el cartel que a puño y letra pegaron en lugares “icónicos” de la ciudad. La Musiteca, aquel almacén de música underground donde llegaban las almas sedientas de casettes y discos. A esa lugar llegó nuestro pececillo y mordió la carnada. -Hola, me llamo Alejandro y quiero hacer punk. Así lo manifestó este personaje cuando discó al teléfono de mi casa, por fortuna no contestó mi padre, la historia hubiera sido muy diferente.
Pues ya estaba, teníamos bajista, no era necesario un concurso ni audición para tocar en La perrera, acaso quienes éramos nosotros para exigir talento? Lo que necesitábamos era un tipo que tuviera pasión y que no viniera a imponernos ideas extrañas ni querer tocar canciones que ya estaban inventadas.

Yo nunca había visto gente que se entendiera musicalmente tan bien entre sí, y eso fue lo que nos permitió crecer y pasar de ser unos escuálidos chihuahuas a convertirnos en caninos con más carácter.
Las invitaciones a tocar no se dieron a esperar. La perrera para ese entonces tocaría en edificios abandonados, en cabarets, garages y chatarrerías. Pero por algo sería que tocábamos de manera tan seguida, seguro que si fuéramos malos no hubiéramos pasado de ahí.
Siglo XX, Autogestión era nuestro primer apellido, como debía ser si éramos una banda de punk. Tal vez lo que voy a decir no esté bien, pero quien lo lea será libre de borrarlo de su memoria si no esta de acuerdo. Para ese entonces, final y comienzo de siglo, en Pereira existían bastantes grupos de rock y todos sus sub-géneros, pero el rock irreverente que sacudiría muchos cerebros estaba aterrizando en la ciudad con La perrera.

Queríamos hacer un trabajo discográfico decente, pero para ese entonces, cuando la tecnología y los estudios de grabación nos llevaba una ventaja cuántica, nos concentramos en lo que teníamos a nuestro alcance. Por fortuna como debe ser en la música, teníamos más de imaginación que monedas en los bolsillos e hicimos nuestra primera maqueta musical de la siguiente manera. Una habitación que creíamos con buena acústica, una grabadora stereo y un casette Sony de cinta metálica. Inspiramos profundo para no equivocarnos en nuestra grabación en vivo y presionamos la tecla de REC. Creo que nos sentíamos una especie de Frank Sinatra en sus años de juventud. Fue hermoso tener grabada nuestra música,se sintió como cuando te haces por primera vez un tatuaje. Vinieron con el tiempo colegas con los que pudimos acceder a un estudio de grabación y participar con tres canciones el la recopilación Los 10 menos violentos” sentíamos la gloria cuando entrábamos al estudio, lo siempre soñado lo estábamos palpando ahora.

Fin de siglo. Pasaba ferozmente el bus de 1999 y un amante de la música quien era el director de la Escuela musical Yamaha, creo que vio en nosotros la irreverencia que él siempre quiso ser y nos permitió grabar en su poderos estudio la canción Fin de siglo, ha sido tal vez el sonido más magnífico que hemos podido desarrollar. (Gracias Jhon)

Sueños urbanos, Festival vida 98 y otros eventos musicales de gran tamaño fueron nuestras más enormes tarimas donde pudimos mostrar nuestra música. Pero hay algo que no puede negarse y borrarse del casette de nuestro cerebro y es que más que tarimas y luces estroboscópicas lo más importante es el camino que se labra con los colegas de la la banda, con la gente que se asombra con tu música y que te hace mejorar como ser humano y responsable por lo que escribes.

La perrera vivió como los perros, una vida más corta que la de los humanos, pero con enormes satisfacciones, aprendizajes y dejando el legado que la irreverencia y el sarcasmo debe hacer parte de la sociedad, legado que tomaron luego bandas formadas por los integrantes de La perrera como lo fue Ld50 y Estado de alerta.

Sus integrante aún viven y son felices en algún lugar del planeta. tiene sus cuerpos completos y no han desaparecido. Cada uno de ellos ha seguido su camino sin desconectarse de la música.

Juan Camilo Carvajal Araujo.